Las Jornadas de 21 Horas de un Adolescente en New Bedford

Rodrigo moved from El Salvador to the seaside city of New Bedford, MA, in 2021 when he was 16. (Kylie Cooper for The Public’s Radio)
En el verano de 2022, Rodrigo tenía que tomar una decisión: el joven que entonces tenía 17 años podía regresar a New Bedford High School al grado 11 o seguir trabajando para enviar dinero a su familia en El Salvador.
Rodrigo había pasado la mayoría del año escolar yendo a clases durante el día, trabajando un turno de 9 ó 10 horas en la noche en una planta procesadora de productos del mar en New Bedford, y rara vez dormía más de unas cuantas horas.
El horario era agotador y Rodrigo estaba exhausto, pero su hermano mayor lo exhortaba a quedarse en la escuela y a aprender inglés.
“No sé”─dijo en español. “No sé, porque mi hermano me dice que siga estudiando durante el día, pero para mí es difícil.”
The Public’s Radio acordó no usar el nombre completo de Rodrigo, ni identificar a miembros de su familia, ni de su expatrón para proteger su identidad. Para verificar esta historia, los reporteros revisaron una declaración jurada sometida al Tribunal de Familia y Sucesiones que brinda muchos detalles de su vida antes y después de su llegada a los Estados Unidos.
Rodrigo está entre más de los 250,000 niños inmigrantes que han entrado solos a los Estados Unidos durante los años fiscales 2021 y 2022, un aumento sin precedentes. La mayoría de los menores sin acompañantes, son de Centroamérica.
The Public’s Radio entrevistó amás de dos docenas de adolescentes inmigrantes, que dijeron haber trabajado en plantas procesadoras de productos del mar en New Bedford desde 2016 Con el apoyo de la serie FRONTLINE de PBS, los reporteros revisaron más de 2,000 páginas de documentos y hablaron con más de 100 fuentes como parte de una investigación de dos años.
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El Departamento del Trabajo de los Estados Unidos está investigando a tres empresas en New Bedford por posibles violaciones de leyes de empleo infantil, paga de horas extras y antirepresalias, según documentos que obtuvo The Public´s Radio. El Departamento rechazó comentar.
Los adolescente inmigrantes dijeron que tenían que trabajar para poder saldar deudas con los contrabandistas, enviar dinero a sus familias a sus países o mantenerse a sí mismos. Muchos describieron que pasaban el día en clases y la noche de pie durante horas en los pisos fríos de las plantas, limpiando, fileteando y empacando mariscos – lo cual era un acto insostenible.
“Te sientes cansado”─ dijo Rodrigo. “Demasiado cansado.”
Una hora para dormir
A menudo, Rodrigo usa aretes dorados y una gorra de béisbol al revés sobre su cabello oscuro y rizado. Es educado, alegre y dedicado a su familia.
Llegó a los Estados Unidos como un menor sin acompañante en 2021. Dice que dejó su hogar en El Salvador para escapar de la violencia de las pandillas y encontrar trabajo.
Rodrigo tenía 16 años cuando llegó a New Bedford, donde uno de cada cinco residentes nació en el extranjero. La próspera comunidad centroamericana de la ciudad llena las iglesias y restaurantes. Cientos asisten al festival anual guatemalteco, una celebración que presenta música indígena, comida, y vestimenta tradicional con bordados brillantes.

Rodrigo se mudó con su hermano mayor, que pagaba la renta y cuentas de servicios públicosde él, y le ayudó a encontrar un abogado de inmigración. El hermano de Rodrigo también llevó a Rodrigo a su primera comida en un restaurante en su vida.
“Él es todo para mí –dijo Rodrigo. “Él es como un padre para mí.”
Pero Rodrigo le debía $5,000 a un contrabandista; dinero que explicó estar garantizado a nombre de su padre en El Salvador.
Otro familiar lo ayudó a encontrar trabajo en el turno nocturno en una planta procesadora de productos del mar. Rodrigo dijo que la procesadora lo había contratado directamente, y no requirió que él presentara alguna identificación.
En un domingo lluvioso de abril, Rodrigo y una reportera de The Public’s Radio se sentaron en un carro afuera de la planta procesadora donde Rodrigo dijo haber trabajado. Señaló la puerta que lleva a los congeladores que él limpiaba. Le dio repugnancia por el fuerte olor conocido de mariscos que provenía de la planta.

Rodrigo dijo que su turno comenzaba a las 5 pm y a veces duraba hasta las 6 am.
Cuando llegaba a casa del trabajo, lo único que quería hacer era dormir, pero se forzaba a bañarse para quitarse el olor de pescado que se le pegaba al cuerpo. El olor era tan fuerte que tenía que lavar su ropa de trabajo todos los días.
El trabajo era desgastante para su cuerpo. Rodrigo permanecía de pie al menos ocho horas seguidas en cada turno. A veces limpiaba congeladores que estaban tan fríos que sus manos se le entumecían con todo y guantes.
Éll dijo que paleaba, lo que llamó desperdicios de pescado, a una máquina que los molía en pedazos. Luego otra máquina los presionaba en bloques que pesaban alrededor de 50 libras.
Después, apilaba los bloques en filas de diez encima de las tarimas. Por lo general, la planta abastecía a compañías que fabrican productos que se venden en supermercados en todo el país.
“Te dan ganas de acostarte y dormir por dos días y luego regresar al trabajo”, dijo.

La ley federal prohibe que menores operen cierta maquinaria pesada. La ley en Massachusetts prohibe a jóvenes de 16 y 17 años trabajar en turnos de más de 9 horas y trabajar después de las 10 pm en las noches de escuela.
Unas semanas después de que comenzó a trabajar en la planta, Rodrigo se matriculó en New Bedford High School, una de las escuelas de bachillerato más grandes en el estado, con casi 3,000 alumnos.
En su primer día de escuela, Rodrigo fue a la oficina principal a recoger su horario de clases, pero no pudo descifrar cómo encontrar sus salones de clases.

En 2022, según los datos del Departamento de Educación Primaria y Secundaria de Massachusetts, casi la mitad de los alumnos de la escuela eran hispanos. Alrededor del 80% se consideran de bajos recursos.
Durante los períodos entre las clases, los pasillos se llenaban con el alboroto de los estudiantes hablando ─ y algunos gritando─ en una variedad de idiomas, incluyendo español, portugués y criollo caboverdiano.
Rodrigo pidió poder salir del trabajo a media noche, pero su jefe no lo dejó. Comenzó a salir temprano del trabajo — a las 2 o 3 am. Dijo que en algunas noches, solamente tenía una hora para dormir entre que llegaba a casa del trabajo y se despertaba para ir a la escuela.
Durante seis meses, apenas logró combinar sus jornadas frecuentes de 21 horas. A menudo se quedaba dormido en clase, descansando la cabeza en el escritorio, con su sudadera sobre sus ojos.
Rodrigo estaba aprobando unas clases y reprobando otras. No tenía suficiente tiempo para terminar sus deberes escolares, mucho menos para estudiar para sus exámenes.

Dijo que un día, su maestro de álgebra le dio un examen escrito en inglés. Pero Rodrigo solamente sabía leer en español.
“Solo escribí mi nombre y se lo regresé en blanco porque no sabía qué hacer”, dijo. “No entendí.”
Se salió de New Bedford High en mayo de 2022.
Dificultades y estrategias
Los maestros y consejeros académicos en New Bedford High dijeron que aprendieron a reconocer las señales de que un estudiante trabajaba en procesadoras de productos del mar. Los adolescentes a veces olían a pescado y les costaba trabajo quedarse despiertos. Unos faltaban días o dejaban de ir a clases por completo para trabajar.
“Nuestra misión es que los alumnos se mantengan conectados con la escuela”, dijo Andrew O´Leary, superintendente interino de las Escuelas Públicas de New Bedford. “No cuestiono que los alumnos que están trabajando y tienen presiones laborales, tengan dificultad en conectarse con la escuela; y eso definitivamente está vinculado con la tasa de deserción escolar”.
Muchos adolescentes nacidos en el extranjero, como Rodrigo, no pueden hablar, leer, ni entender bien el inglés cuando se matriculan en New Bedford High . Estos adolescentes, a quienes el estado considera estudiantes de inglés, representan el 28% del alumnado de la escuela, pero tienen más probabilidades de abandonar los estudios que sus compañeros de clase, según datos del Departamento de Educación Primaria y Secundaria del estado.
Existen “demasiados factores que pueden influenciar el que nuestros niños puedan darse por vencidos”, según la Dra. Sonia Walmsley, Directora Ejecutiva de Acceso y Caminos Educativos de las Escuelas Públicas de New Bedford. “¿Puedes imaginar llegar de otro país a mediados de semestre?”
Walmsley dijo que el estado prohíbe traductores en los salones de clase. Se permite que los maestros traduzcan las instrucciones, tal como “abran el libro y vaya a la pregunta número 1”, pero no el contenido, como ¿Cuántos es 5 x 2?
Walmsley dijo que las escuelas enseñan muchas de las clases en inglés, incluyendo matemáticas y ciencia, ya que no es posible que los maestros traduzcan las clases a todos los idiomas que hablan los estudiantes. En su página web, la escuela brinda información en seis idiomas.
Una investigación de dos años del Departamento de Justicia de EE. UU. encontró que las escuelas de New Bedford no estaban haciendo lo suficiente para garantizar que esos estudiantes tuvieran las mismas oportunidades educativas que sus compañeros , según un acuerdo extrajudicial que se llevó a cabo en 2022. El distrito acordó brindar más servicios a niños que hablan k’iche’, una lengua maya que hablan muchos de los estudiantes de Guatemala y sus familias.
O’Leary dijo que este año, el distrito se enfocará en lograr que las familias de los estudiantes que están aprendiendo inglés, se involucren más en las actividades escolares, además de proporcionar más personal multilingüe que esté capacitado para trabajar con esos niños.
Hora de decidir
Después de dejar la escuela, Rodrigo intentó cambiarse al turno de día en la planta procesadora, pero dijo que su solicitud fue rechazada. Renunció un mes después. Había logrado saldar su deuda, pero no podía seguir trabajando en la planta. Estaba exhausto.
Rodrigo comenzó a ayudar a su hermano en proyectos de construcción, poniendo concreto. Ganaba alrededor de $600 dólares a la semana, dijo, más o menos lo mismo que ganaba en la planta procesadora. Pero su jornada laboral terminaba alrededor de las 5 pm, no a las 5 am, lo que le permitía pasar tiempo con amigos.
Durante todo el verano de 2022, Rodrigo se cuestionó sobre volver a la escuela. Sabía que aprender inglés le ayudaría a conseguir trabajos más fácilmente y mejor remunerados. Pensó en tomar clases en la escuela nocturna del distrito.
“Me queda un poco de tiempo [para decidir]”─ dijo.
Rodrigo dijo que uno de los “gringos” con los que trabajó le estaba ayudando a aprender inglés. “Me dijo que es como si estuviera en la escuela porque él me enseña palabras todos los días” ─ dijo.
Ondine Galvez Sniffin, la abogada de inmigración de Rodrigo, dijo que muchos de sus clientes se ven forzados a elegir entre trabajar tiempo completo y terminar el bachillerato. A pesar que ella exhorta a sus clientes a quedarse en la escuela, Sniffin dijo que muchos de sus clientes, especialmente aquellos que tienen 16 y 17 años, se ven presionados económicamente.
“Así que les digo, ‘averigua [sobre la escuela nocturna] antes de que te salgas de la escuela, porque sería más difícil que regreses”, dijo Sniffin. “Siempre les digo eso y espero lo mejor”.
Más de un año después, Rodrigo no ha regresado a la escuela. Dice que podría matricularse en clases de inglés el próximo año.
Su caso de inmigración está en proceso, lo que podría ayudarlo a obtener un permiso de trabajo y las protecciones legales que conlleva. Mientras tanto, sigue trabajando con su hermano medio tiempo. Ahora tiene 18 años, pero no ha podido encontrar otro trabajo de tiempo completo.
“Tenía la idea de que las cosas iban a ser diferentes”, dijo Rodrigo. “Pensé que iba a ser más fácil. Pero no lo es”.
Esta historia es parte de una colaboración entre The Public’s Radio y la Iniciativa de Periodismo Local de FRONTLINE, que está financiada por la Fundación John S. and James L. Knight y la Corporation for Public Broadcasting.